Esta tendencia fue generalizada en la industria alimentaria venezolana.
A consecuencia de la teoría ricardiana de las ventajas comparativas es que los países tienen incentivos para exportar productos en cuya producción la productividad del trabajo es mayor.
El concepto de las ventajas comparativas inspiró la propuesta de un índice de competitividad revelada (COSTINOT, et al, 2012 P.581; BALASSA, 19651 citado por ARIAS Y SEGURA, 2004).
Como Michael Porter (1999 p.172) señaló, “el único concepto relevante de competitividad a nivel nacional es la productividad”. En la década de 1990, otros autores introdujeron el concepto de competitividad sistémica, en el que se distinguen cuatro niveles de análisis (meta, macro, meso y micro).
La competitividad es la capacidad de sobrevivir, y mejor, para crecer en los mercados actuales o en otros nuevos. Por otra parte, hizo hincapié en que es imposible que una nación sea competitiva en todos los sectores de la economía, lo que plantea una seria dificultad para manejar en la competitividad de las naciones, dice que la competitividad se refiere a la capacidad de competir a nivel internacional, incluyendo la capacidad de exportar y vender en los mercados extranjeros como su capacidad para defender su propio mercado interno contra la penetración de las importaciones excesivas .
Morales analizó el sector agroalimentario venezolano y concluyó que no ha evolucionado en estrecha colaboración con el sistema agroalimentario internacional desde 1973, cuando el boom del petróleo impulsó un rápido crecimiento de las importaciones en detrimento de la producción nacional.
De 1989 a 1999, la liberalización del comercio asociado a la abundante oferta de divisas erosionado las ventajas competitivas de las industrias transables no petroleros nacionales. Desde el año 1999 dentro de las empresas de propiedad estatal del gobierno de Hugo Chávez que se convierten en protagonistas de los sistemas agroalimentarios venezolanos tienen por objeto garantizar la seguridad alimentaria.
Desde la perspectiva de la industria lechera, a pesar que Venezuela no tiene un prominente escenario mundial, en las últimas décadas el país ha registrado aumento de las importaciones de productos lácteos, especialmente la leche en polvo, leche UHT y quesos.
Con el objetivo de comprender cómo los cambios institucionales introducidos a partir de 1999 en Venezuela ha estado afectando a la industria láctea; se realizó un trabajo de investigación donde se analizó la evolución del índice de ventajas comparativas reveladas, ajustado por las importaciones de Balassa, a la luz de las ideas de la Nueva Economía Institucional, haciendo hincapié en la influencia del cambio institucional en el desempeño económico.
Institucionalismo de cualquier color subrayan la relevancia de las instituciones a la economía y el desarrollo. En la teoría económica neoclásica, el desempeño económico está en función de una determinada tecnología, los factores de producción disponibles y los suyos los precios de mercado.
El punto de vista institucional reconoce que los precios de mercado son sensibles al marco institucional en el que los mercados promuevan la asignación de los factores de producción.
Según una metáfora muy conocida, Douglass North identifica las instituciones a las reglas del juego, mientras que los individuos y las organizaciones son los jugadores.
Las instituciones proporcionan incentivos que dan forma a los resultados económicos, el éxito o el fracaso.
La historia que se cuenta aquí acerca de los últimos diez años del sector lácteo venezolano confirma las creencias fundamentales de la institucionalidad. Si bien la dotación de factores cambió ligeramente en Venezuela, el desempeño económico mostró descensos dramáticos.
A pesar del objetivo explícito de fomentar las cadenas agroalimentarias nacionales, la Ley de Tierras apoyó las políticas que se aprovecharon de la debilidad de muchos títulos de propiedad y registros de propiedad de la tierra no confiables.
El empeoramiento de la definición de derechos de propiedad desalentado en nuevas inversiones en el sector lácteo, así como en los sectores agrícolas de los demás. En lugar de aliviar la incertidumbre del mercado; creciente intervencionismo estatal trajo otra fuente de incertidumbre, el político o regulatorio.
En cuanto a los objetivos de seguridad alimentaria, el país dejó de ser casi autosuficiente, dependiendo cada vez más de las importaciones para el suministro de leche y productos lácteos líquidos.
El “Paro Petrolero” en 2002-2003 provocó controles en los mercados de monedas extranjeras y los precios de productos de primera necesidad. La presencia del Estado en la esfera económica creció fuertemente. La industria lechera pierde ventajas comparativas y no pudo llegar a las metas propuestas por un gobierno que heredó un sistema agroalimentario en crisis y altamente dependiente de las importaciones.
La industrialización por sustitución de importaciones fue una política compartida para muchos en América.
Este proceso no tiene un resultado final único y necesario. La historia demuestra que el camino hacia el desarrollo económico tiene muchos desvíos y no se garantiza que el aparato institucional que subyace surgirá.
En este sentido, la experiencia del sector lácteo venezolano confirma que el desarrollo es un proceso multidimensional, que abarca conocimientos, valores, estrategias y creencias, además de los factores de producción dotaciones.