Por Paulina Carrasco Gorman, Presidenta Aproval Leche A.G.
Esta semana se realizó un interesante día de campo forestal al que nos invitaron a colaborar y participar en su difusión, ya que la actividad tenía como objetivo dar a conocer los resultados de una experiencia de manejo de bosque nativo en pequeña superficie (10 hás.) desarrollada al interior de un predio lechero de la comuna de Mariquina, cuyo propietario (asociado Aproval) tiene como principal actividad la producción de leche.
Si bien no se trata de una iniciativa inédita, porque sabemos de otros asociados productores de leche que también están interviniendo sus bosques para darles un valor realmente significativo, este nuevo ejemplo nos parece relevante porque se trata de una superficie pequeña y -lo más importante- hay un propietario que tiene clara conciencia del valor potencial de una superficie forestal de carácter nativo que tradicionalmente está subestimada en cuanto al aporte y la relación que guarda con nuestra actividad principal: la producción de leche.
Esta es la actitud que a nuestro juicio debiera ir permeando en nuestro sector, ya que el bosque nativo nos ofrece una tremenda oportunidad en términos de mitigación por los efectos ambientales que genera la lechería.
Como suele ocurrir en estos temas, mucho se discute respecto de cuánto es ese impacto y algunos detractores lo sobrestiman, mientras que algunos defensores lo subestiman, pero -en ambos casos- con poco rigor científico.
Sin embargo, donde aparentemente no hay discusión, es en el valor que agrega el bosque nativo, no sólo en su dimensión ambiental más conocida como capturador de CO2, sino también como proveedor de diversos servicios ecosistémicos, donde la “producción de agua” aparece con una fuerza estratégica.
En el caso de esta nueva experiencia dada a conocer en esta actividad -desarrollada por la consultora Oikos, en alianza con la certificadora forestal FSC, Aprobosque y Aproval- no sólo se tuvo en vista la generación de subproductos como leña y madera, que han contribuido a cofinanciar el costo del manejo, sino que además se incorporaron objetivos “productivo-ganaderos” pensando especialmente en el bienestar animal para que el rebaño lechero disponga de lugares para mitigar el estrés calórico estival, pero de una manera planificada.
Como suele ocurrir en muchos ámbitos, en este caso también resulta fundamental la coordinación público-privada para que exista una complementación satisfactoria entre los instrumentos de fomento que provee el Estado para estas prácticas a través de Conaf, de manera tal que sean una herramienta de motivación y no terminen desincentivando la iniciativa privada.
