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Dudas y desafíos que deja la Ley de 40 horas

  • Nacional
  • 01 mayo 2023
  • Revista del Campo
  • Paloma Díaz
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Si bien la Ley ya está publicada, la realidad es que será recién en 2028 cuando esté plenamente operativa y las 45 horas de hoy se habrán convertido en 40. Esto, dicen los expertos, da la posibilidad de ir realizando los ajustes para que no represente más costos y proyectan que debiera crecer la automatización. 

Por Patricia Vildósola Errázuriz, Revista del Campo, El Mercurio

El anuncio de que los chilenos, independiente del rubro, disminuirán de 45 a 40 horas su jornada laboral, sin rebaja en sus remuneraciones, generó expectativas de todos tipos en todos los sectores del país. El sector agroalimentario no es la excepción, especialmente porque la producción alimentaria, sujeta a los vaivenes del clima y a la evolución de un producto natural, requiere de trabajos en momentos que son distintos a los de las mayorías de las actividades productivas, ya que no es posible impedir que la fruta madure porque es feriado; o dejar de ordeñar las vacas, porque es fin de semana. Sin embargo, a pesar de que el agro es uno de los mayores demandantes de mano de obra del país, sus particularidades no han estado reconocidas por la legislación laboral, pensada para actividades más industriales y, tampoco directamente, en la reciente Ley de las 40 horas. 

“Las 40 horas es algo en lo que hay que ir avanzando. Muchos países ya lo tienen implementado. Pero, en los rubros en que trabajamos con activos biológicos como la fruta, en donde hay que cosechar o trabajos específicos que se deben realizar en un período determinado de tiempo, podrían significar cambios o situaciones sobre las que tenemos que estar atentos”, enfatiza Jorge Valenzuela, presidente de Fedefruta. 

De hecho, el experto en derecho laboral, Germán Segura, abogado del Grupo Montt, en su presentación en el seminario online de Fedefruta sobre el tema, explicó que efectivamente en la redacción de la nueva Ley no se utilizó el Estatuto del Trabajador Agrícola —aprobado en 2018 con el apoyo de agrupaciones de trabajadores y productores agrícolas para solucionar distintas problemáticas del rubro— y que “estamos al debe, porque hace falta reconocer las especificidades del sector”. 

La buena noticia, dicen los expertos, es que la nueva Ley, implica una serie de flexibilizaciones que podrían ser incorporadas, facilitando que se pueda adecuar a las labores clásicas de la producción agroalimentaria, explica el experto Manuel Saavedra, director de Agrolaboral. 

Lo anterior no significa que con la normativa no aparezcan desafíos. 

Más feriados
Los expertos sostienen que hay que poner paños fríos al temor —o expectativas— que abre el que la jornada laboral se reduzca. Esto porque, si bien la Ley efectivamente establece una jornada laboral de 40 horas, sin pérdida de remuneraciones, se aplicará de manera paulatina, con rebajas progresivas del horario —una hora menos en 2024—, para estar plenamente aplicada recién a partir de 2028. 

Sin embargo, la norma entrega flexibilidad en cómo se reparten esas jornadas laborales.
 
Lo que hace la ley, explica el abogado Juan Ignacio Letelier, del estudio Araya & Cia., es establecer bolsas de horas mensuales y anuales y distribuir de otra manera las horas a trabajar. 

Saavedra explica que serán “40 horas semanales que se pueden distribuir como se requiera, de acuerdo a cada necesidad, con distintos horarios o días, siempre que se ajuste al promedio de 40 horas”. 

Eso, en la práctica significa que se pueden acordar jornadas de trabajo distintas, según el período de trabajo. Así por ejemplo, en periodo de cosecha y packing , cuando se requiere sacar y embalar mucha fruta, podría establecerse que una semana se trabajarán jornadas de 9 horas, y compensar con las semanas siguientes, con jornadas más cortas. También en períodos de menos demandas, podrían establecerse semanas de menos días, compensando las horas. Claro que eso, recalca Letelier, debe estar previamente establecido y acordado. 

La pregunta entonces es qué pasa con las horas extras. 
“Siguen existiendo”, enfatizan los expertos. Se refieren a que si se sobrepasan la cantidad legal de horas mensuales, las horas extras –que no pueden ser más de dos por jornada- se deben pagar de todos modos. 

La novedad es que el trabajador podrá cobrarlas en efectivo, como hasta ahora, o transarlas por días extras de feriados, explica Manuel Saavedra.

Estos cambios, sostiene Saavedra, implican ajustes importantes en el registro de asistencia y cumplimiento de los horarios. 

Hasta en el agro la herramienta para el control de asistencia es el libro que debe ser firmado al ingreso y a la salida del trabajador, lo que además de ineficiente, no siempre es registrado en el momento, sino cuando el trabajador se acuerda o el jefe se lo exige. De ahí que ahora existiría la necesidad de incorporar el registro electrónico. 

“Si se pasa sobre el tope mensual de horas, entonces se van a pagar horas extras. Por eso el registro electrónico es importante, para que se imputen las horas efectivamente trabajadas”, enfatiza Segura.

¿Más gente?
Uno de los grandes temores del sector es que estos cambios involucren una necesidad de incorporar más personas, para poder llenar los espacios que genera la reducción de horas, en un entorno donde existe una creciente escasez de mano de obra. 

Si bien, es una posibilidad, dicen los expertos, no necesariamente tiene que ocurrir, ya que las flexibilizaciones de horarios, podría permitir que se ajusten los horarios para hacerlo. 

Segura sostiene que “tenemos que agudizar el ingenio, porque en algunos frutales, por ejemplo, puede que no se necesite trabajar todos los días, sino que se pueden establecer jornadas distintas, para dar una mejor cobertura…. Eso bien planificado podría llevar a que se requiera, por ejemplo sólo un trabajador extra. Existen opciones de ajustes”. 

Y hay tiempo para realizarlos. 

“Lo que celebro es que es gradual, que hay tiempo de implementación, podemos ir corrigiendo las paredes. Creo que para eso es esencial que se trabaje en la capacitación, tanto de los productores —especialmente los medianos y pequeños— como de los trabajadores, hay que destinar más recursos a esto, porque ¿cómo vamos a tener gente más eficiente y comprometida si no la capacito?”, recalca Jorge Valenzuela.

Lo que si se cree es que esto puede empujar a avanzar más rápido a la automatización de los proceso agrícolas, lo que hace ya un tiempo viene ocurriendo empujado por la escasez de la mano de obra. 

“En el lado agrícola, en la fruta, tenemos pendiente la automatización de los procesos, que hoy se hacen con gene. Y ahí es cómo se va apoyar esto, se requiere de una capacitación distinta, no hay recurso humano, pero hay una oportunidad, de hecho ya hay empresas haciendo cosas”, enfatiza. Y agrega que “esto será un punto de inflexión, porque o no habrá la gente disponible o impondrá mayores costos que no siempre será factible de enfrentar”. 

Empezar ya
Otro elemento a considerar es que si bien la Ley ya está publicada, falta que se dicten los reglamentos que son los que determinarán cómo se aplique efectivamente. 

“Hay que esperar a tenerlos para poder hacer la bajada final”, insiste Letelier. Y agrega que de todas formas “esto se puede comenzar a aplicar de manera gradual, o hacerlo de forma tajante. Lo importante es ver la realidad de cada empresa”. 

Efectivamente, las agroempresas ya podrían empezar a realizar ajustes. De hecho, precisamente es una de las ventajas que abre el que la norma se aplique de manera paulatina, da el tiempo para ir tomando las medidas, dicen los expertos. 

Manuel Segura recalca que hay medidas que los agroempresarios, independiente de su tamaño, pueden empezar a implementar  para eliminar ineficiencias que, con el ajuste horario podrían volverse más compleja. 

Y cuenta que ya hay empresas haciendo los ajustes para convertirse anticipadamente a las 40 horas, tomando diversas acciones, que pueden incluso evitar costos extras año a año, como es el tener que volver a establecer los contratos de trabajo.