Por Paulina Carrasco Gorman, Presidenta Aproval Leche A.G.
Hace unos días, participamos de una conversación liderada por la Ministra de Agricultura, María Emilia Undurraga, bajo la consigna “Alimentación, bosque y ruralidad: Una nueva mirada para el futuro”, una interesante conversación junto a autoridades regionales del agro, representantes de organizaciones gremiales sectoriales, campesinas y de la academia.
Aunque la actual administración está terminando su gestión, no pareció de interés poder generar esta instancia de conversación y análisis acerca del futuro de las actividades que se desarrollan en el entorno rural, especialmente para una región como la nuestra, con una clara vocación silvoagropecuaria y un marcado sello de ruralidad.
Creemos que el enfoque resulta relevante, toda vez que da cuenta de una mirada integral en torno a quienes vivimos y desarrollamos actividades productivas en el campo.
No sólo se trata de agricultura y bosques. Se trata de eso, pero por sobre todo de producción de alimentos, de recursos forestales (nativos y exóticos) y de comunidades que interactuamos en medio de estas actividades productivas.
Hoy -y en el futuro- el éxito de esta interacción estará marcado por la adecuada relación entre todos estos elementos y por la manera en que éstos se vinculen con el entorno social, económico y, por sobre todo, ambiental.
Esperamos que la conversación acerca de la ruralidad del futuro mantenga esta misma concepción sistémica en el próximo gobierno y podamos seguir avanzando en armonía y respeto, reconociéndonos como actores legítimos y en un proceso de colaboración, más que de competencia.
Desde nuestro ámbito, hemos iniciado un intenso trabajo para dar a conocer y demostrar una serie de prácticas cotidianas que apuntan a desarrollar una producción cada vez más sustentable para un alimento tan estratégico como la leche.
En el mundo de la agricultura a baja escala nos parece que quedan brechas importantes que cerrar o al menor acortar. Siendo los recursos económicos un tema relevante, parecieran no ser suficientes si no están acompañados de una orientación y asesoría técnicas y de gestión de buen nivel.
Si uno mira cualquier rubro agrícola, la diferencia entre un buen productor y los demás, no es el tamaño de su explotación, sino lo bien o mal que maneja su negocio y hacia ya debemos apuntar como país.
En este camino la institucionalidad pública tiene mucho que decir y organizaciones del mundo privado como la nuestra estamos disponibles para colaborar y seguir avanzando en el desarrollo sostenible de la producción de alimentos, que representa el motor y el corazón del entorno rural.
