• SABÍAS QUE...
    • De cada 3 litros de leche que se producen en Chile 1 proviene de la Región de Los Ríos
    • El consumo de lácteos en Chile bordea los 150 litros per cápita
    • Río Bueno es la comuna que más leche produce en Chile (15%)

“NO PODEMOS SOBREVIVIR SOLOS”

  • Nacional
  • 17 septiembre 2019
  • Infortambo

Esta es una historia que reúne mucho esfuerzo y cariño por la actividad. Es la historia de la familia Galle que trabaja con optimismo en San Marcial, un predio que se ubica en el sector La Victoria, a 25 kilómetros de Los Lagos (Región de Los Ríos). Francisco Galle nos recibió junto a su madre y sus hijos. Y la historia comienza más o menos así: su madre, María Isabel Yud llegó hace 51 años, cuando se casó con el padre de Francisco en 1968, su suegro ya había repartido la tierra entre los hijos. Con muchas ganas comenzaron a trabajar, principalmente produciendo leche con 50 vacas. No fue nada fácil. A los 31 años quedó viuda con 3 hijos. Siguió produciendo leche, junto a su trabajador, -quien ya lleva 46 años en el equipo-. Quedó con 30 vacas pero el campo no se vendió, le puso corazón y esfuerzo para sacar adelante a la familia y el campo. Se mudaron a Valdivia para facilitar los estudios y cada fin de semana, todos volvían al campo a ayudar en lo que se necesitase.

Cuando Francisco terminó sus estudios en Inacap, surgió la pregunta de qué hacer con el campo. La respuesta estuvo en seguir e invertir en una sala de ordeña y aprovechar las 132 hectáreas. “Cuando terminé mis estudios, nos planteamos cómo mejorar sin tener acceso a muchos recursos, sembramos trigo, que era bien pagado en ese tiempo. Con la plata de los novillos, compramos fertilizante y sembramos. Y con la venta del trigo, invertimos en la sala. Finamente, con Manuel Martínez, nuestro trabajador, decidimos hacer la sala nosotros mismos”. Demoraron un verano completo, aserraron un árbol del campo para tener madera y con inteligencia y paciencia pararon la sala. El futuro yerno de María Isabel estudiaba construcción civil y les dio consejos valiosos.

Empezaron con 60 mil litros, ordeñando a tarro y entregaron la leche al centro de acopio Pucara, que estaba comenzando a inicios de los ‘90. Eran 68 productores.

Dos Álamos les ayudó mucho, recuerdan y fue una época que recuerdan con cariño. “Lo más difícil era poner de

acuerdo a las personas de más edad que este centro iba a funcionar”. To- dos querían que se hiciera en su sector hasta que salomónicamente un socio propuso hacerlo en San Marcial, que quedaba en el centro.

En 1991 la sala era para 6 unidades y llegaron hasta 15. El patio de espera lo hicieron para 70 vacas, que a ojos de quienes les ayudaron, parecía una locura. Pero Francisco siguió adelante y el tiempo le dio la razón y de hecho, la sala duró hasta el 19 de diciembre de 2018, cuando fue reemplazada por la actual.

¿Por qué cambiaron sala de ordeña? La anterior duró casi 25 años pero ya era tiempo de hacer reingeniería en el campo. Les quedó muy chica, muy cerca del camino público y, muy importante, por la comodidad de las personas que trabajan en ella, ya que se redujo las horas del proceso de ordeño en forma considerable. “Esta es una sala Boumatic de 24 unidades, side by side, con lavado automático. Rebajamos la ordeña en una hora, que se estaba haciendo lenta”. Hoy las personas están más contentas y el proceso se hizo más llevadero, destacan.

La asociatividad como premisa

Participar en el centro de acopio es una de las claves en esta familia, que cree en la asociatividad como herramienta para salir adelante. “Estar en uno era la única manera de obtener un mejor precio, de poder enfriar la leche, ya que en ese tiempo –mediados de los ’90- no había cómo hacerlo”.

Cuando se decidió hacer la planta, Dos Álamos comenzó a pagarles el bono por frío desde ese mismo día. El bono se acumuló y contribuyó a construir el acopio, prácticamente sin deuda, re- cuerda María Isabel, quien era tesorera. Funcionó muy bien, pero de a poco comenzó el éxodo de productores, sobre todo un poco más grandes. “Nosotros nos fuimos porque el acopio se llenó de asesores y todos los beneficios que teníamos los fuimos perdiendo.” Pero el sentimiento de avanzar en conjunto y trabajar en comunidad no se perdió. Si bien su madre no quería que salieran del acopio, Francisco fue persistente y buscó caminos para su leche, que ya era de un plantel de 70 vacas. Instala- ron un estanque de frío y entregaron directo a Dos Álamos. Había un castigo para el excedente de invierno, por lo que lo usaron para hacer quesos. Luego Dos Álamos fue comprada por Lever y literalmente comenzó el terremoto: cambiaron las condiciones de comercialización y, finalmente, la adquirió Soprole. No estaban a gusto, había cambiado el panorama y se des- incentivaron. Estaban cansados.

Así fue como llegan a la quesería Lácteos Valdivia, al tiempo que quisieron ingresar a Colun, con la esperanza de ser cooperados y participar de un modelo que veían con interés y tras varios años de espera, el día que se vendió Lácteos Valdivia, pudieron por fin entrar a la cooperativa unionina.

El paso por Lácteos Valdivia fue muy bueno, destacan, ya que comenzaron a crecer. Fue una buena etapa, donde se sintieron muy reconocidos como productores, con una relación de res- peto mutuo. Así llegaron a 168 vacas. La llegada a Colun les gustó, hubo aprendizaje y ajuste, el resultado los tiene muy contentos. “Nos gusta porque las reglas son claras. Las políticas en calidad de leche están escritas hace años. Sabemos que pagan por sólidos, que no van a cambiar las reglas de la noche a la mañana. Nos gusta la estabilidad que nos dan”. Estar en una cooperativa también los motiva. “Lo principal es que se participa de las utilidades de lo que se está produciendo. Las reglas están claras dentro de la empresa, puedes optar a otros beneficios, pero lo principal es que está todo claro”.

Cuidado de costos

Parte de la filosofía de trabajo es man- tener los costos bien cuidados. Por ejemplo, no usan grandes cantidades de concentrado.

En la misma línea, siempre han tenido claridad en los números del campo. Por muchos años llevaron gestión en TodoAgro, “era la única forma de com- pararnos con el resto, saber en qué an- dábamos bien y en qué andábamos mal, comparar nuestros costos. Nosotros no tenemos grandes producciones, pero sí tenemos costos bajos. Hemos pasado todas las crisis porque tenemos costos bajos hasta el día de hoy”.

Estos últimos años han significado un crecimiento notorio. Esta temporada van a llegar a 260 vacas en ordeño, en una plataforma lechera de 100 hectáreas. Para este año están pensando en instalar riego, de modo de seguir trabajando a bajo costo –su costo de producción por litro en 2018 fue de 170 pesos-.

La foto actual

San Marcial hoy es una lechería que se basa en cerca de 90 hectáreas de pradera pastoreadas. La recría se hace en un arriendo de 60 hectáreas. La genética es principalmente de origen neozelandés y holandés una mezcla de Holstein con Jersey, con una suma de sólidos promedio de 8,2.

La vaca en San Marcial es de unos 450 kilos, chica, porque es un campo de suelos blandos con presencia de suelos ña- dis en un sector del predio. Pensaron en hacer drenaje, pero es muy caro.

Las vacas están a pastoreo todo el año. Hay un patio de pasada donde comen antes del ordeño. El maíz. Siempre le dijeron que su techo era 700 mil litros sin maíz. El año pasado llegaron a 1 millón 180 mil litros sin maíz. Intentaron probar con maíz, pero las heladas de la zona son complicadas, aparte que no tienen la maquinaria necesaria para el cultivo y dificultades para prestación de servicios.

Los cultivos que usan son la avena con ballica, triticale con ballica en conjunto a cultivos suplementarios, principalmente brasicas.

En cuanto a la crianza, su hija Fernanda, quien estudió agronomía, está a cargo del manejo del área. “Nos preocupamos mucho del manejo de las enfermedades, las camas las cambiamos constantemente y la

temperatura a la cual damos el sustituto, también”.

Estar solos es imposible

Creen en la asociatividad. Lo demostraron desde que impulsaron el centro de acopio, en su ingreso a Aproval desde el inicio y en su insistencia por entrar a Colun. Han sido una familia que ha buscado ayudar e impactar en su sector, creen en la unión y en la importancia de hacer cosas juntos. De hecho, también hicieron prestación de servicios agrícolas en el sector, con- vencidos que más que un negocio, ayudaba a que los vecinos también pudieran hacer sus labores en el tiempo correcto, no antes ni después. Como familia también han dado una muestra de asociatividad. Hoy son una sociedad que está ordenada en lo financiero y en las actividades, de modo de tener todas las tareas bien definidas y organizadas.

Hoy estar solos es imposible. Para los niveles de producción que tenemos nosotros, hay que unirse. No podemos sobrevivir solos”, explica Francisco, al explicar por qué entraron a Colun. Francisco y su madre unieron a nuevas generaciones para impulsar San Marcial. En la sociedad también están los 2 hermanos de Francisco, Karen y Ernesto. “Ellos no están acá pero confían en nosotros”, explica María Isabel.

“Si están las alternativas para cambiar, uno tiene que buscar el paso para no seguir llorando. Si está malo, uno sabe que no puede manejar el precio internacional y buscar el ajuste. Uno sabe que tiene que producir leche barata. Eso lo vimos desde que se firmó el Mercosur, para competir con los países del lado”, dice Francisco Galle.

De cara al futuro

Su hijo Pancho, quien es egresado de Agronomía, está a cargo del Pabco, lo que también ha significado un impacto positivo. “Hay que ir aplicando las nuevas tecnologías que van apareciendo para el campo. Lo vemos actualmente en la agricultura de precisión, lo que te va haciendo ser más eficiente. Está en uno ver el cómo tomar esas herramientas y utilizarlas bien. Esa es la idea”, explica. La división de las tareas está bien definida. La chequera y la administración de los recursos está a cargo de María Isabel; el manejo del campo, labores y trabajadores, a cargo de Francisco; Pabco y maquinaria, Francisco hijo; y, crianza, a cargo de Fernanda.

“Se ha notado el aporte de los chicos. La única manera de aprender es en la práctica, pasar el invierno, embarrar- se, conocer los problemas. Tienen el conocimiento teórico, pero ahora hay que aplicarlo. El agricultor que quiere andar con el sombrero grande, arriba de la camioneta, va a desaparecer. Lo que se necesita y que es el ejemplo que nos dan los neozelandeses, es gente que esté metida en el barro, así entienden lo que está pasando”.

Esa filosofía es compartida por esta familia. Y la motivación la notan los trabajadores, quienes están contentos y “ven que todos estamos apuntando al mismo lado”, resume Francisco hijo.

Cada vez que ha habido problemas, el equipo propone soluciones y la camiseta se nota. Como familia, el principal proyecto actual está en regar sus praderas. Ya tienen los derechos de agua y esperan que este verano puedan comenzar con una parte. La idea es que sea un riego con tazas, ya que la idea es que no se voltee árboles. Ellos viven en el campo y quieren disfrutar del entorno en el cual producen. “Los árboles nos protegen de las heladas, del invierno, del calor. Es muy importante hablar del bienestar animal, en que la sombra es importante”. Francisco hijo explica que están en un sistema de análisis de suelo a través de satélite, mapeando el campo y analizando la superficie lechera, en un trabajo con Cooprinsem y Agrosat, con miras a mejorar la fertilidad del campo en forma homogénea y lograr mayores producciones en las praderas. “Es importan- te ver el suelo como una inversión a largo plazo, es una inversión más del campo, al igual que la sala de ordeña y un tractor”.

La meta de Fernanda es aumentar el destete para poder ir haciendo un mejoramiento del proceso, apuntando al manejo de la temperatura del sustituto lácteo, a través de paneles solares, por ejemplo. “Mi meta es que trabajemos unidos”, destaca María Isabel. Francisco dice que en el corto plazo, su visión es que todo funcione “Soy optimista, hay que entender que es un negocio estrecho y siempre hay que ver de lo que uno ha avanzado. No hay que quejarse tanto del camino. El camino no es el problema, el problema es el chofer”.