• SABÍAS QUE...
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    • El consumo de lácteos en Chile bordea los 150 litros per cápita
    • Río Bueno es la comuna que más leche produce en Chile (15%)

Lecheros dan su receta para salir de la crisis

  • Noticias
  • 27 febrero 2017
  • economiaynegocios.cl

El precio pagado por los procesadores de leche
en los últimos dos años y medio bajó 22%, período en que los productores enfrentaron la peor sequía de los últimos 50 años, que redujo la
producción de leche cruda, aumentó los costos y llevó a la reducción de
la masa ganadera. Al mismo tiempo, el precio a público aumentó 8,5% y
las utilidades de al menos uno de los procesadores casi se duplicaron.

La situación llevó a que la recepción de leche en Chile bajara a una tasa
de 3,7% anual en ese período y a que el volumen de 2016 fuera similar al de 2008; es decir, se retrocedió nueve años en producción. Mientras, la cooperativa Colun, formada por productores lecheros, daba un gran salto en participación de mercado, al pasar de 17% a 27% en 10 años.

Hasta 2008, la producción chilena crecía más que el promedio mundial, pero de ahí en adelante la situación se invirtió y comenzó a caer, mientras el
mundo seguía creciendo, a un ritmo de 1,8%.

Así, Chile pasó de ser un país con un superávit lácteo de 64 millones de
litros en 2008, equivalentes a US$ 124 millones, a otro con déficit de
20 millones de litros, que representa unos US$ 40 millones en 2016.

Desde 2008, las empresas Manuka y Colun han tenido un crecimiento anual
significativo, en cambio, la producción de los lecheros más pequeños y
no asociados a Colun ha decrecido en forma importante.

La masa ganadera chilena presenta la mayor tasa de reducción en Sudamérica en 2015, con 2,6%, en tanto que en el mundo la cantidad de vacas
lecheras se ha incrementado a tasas anuales de 2%.

En Chile el precio a productor de leche entre 2010 y 2015, al igual que en Nueva Zelandia, ha estado 9% bajo el valor del precio internacional de
los commodities lácteos. Eso se justifica en el caso de los
neozelandeses, que son exportadores netos, ya que producen 880% más de
lo que necesitan para el consumo local, pero no para Chile, que se ha
convertido en un importador, ya que su producción no alcanza a cubrir
sus necesidades.

A todas luces es un
sombrío panorama el que se extrae de las presentaciones hechas por
representantes de Manuka y Chilterra, dos de las principales empresas
que agrupan a productores lecheros del país, consideradas como de las
más eficientes en su negocio en Chile. Las cifras las mostraron en el
Congreso Nacional y concluyeron que en Chile no existe un mercado
competitivo en la compra de leche cruda, y que esa sería la razón de la
actual crisis por la que ha atraviesa el sector primario lácteo. En la
Comisión de Agricultura de la Cámara de Diputados tuvieron tal impacto
las presentaciones de Roberto Santamaría, socio y director de Chilterra, y de Cristián Swett, gerente general de Manuka, que la entidad tomó una serie de acuerdos, como oficiar al Ministerio de Agricultura para que
reactive la Mesa Nacional de la Leche y se mejore la información
estadística, pero también a la Fiscalía Nacional Económica para que
investigue eventuales distorsiones en el mercado y se tomen las medidas
que corresponda.

Mercado imperfecto

“A esta situación se llega porque no tenemos un mercado competitivo; por
lo tanto, los que ocupan una posición ventajosa en el sistema tienen la
capacidad de implementar el modelo que quieren. Desarrollaron uno en los últimos 10 años que no corresponde al país, pero tienen la capacidad de hacerlo, porque es un mercado donde la libre competencia no funciona.
Eso ha llevado a que los precios promedio en Chile para los últimos 10
años, de acuerdo con IFCN, International Farm Comparisom Network, de
Alemania, han estado 9% bajo los precios internacionales de los
commodities, que es más o menos parecido a lo que pasa en Nueva
Zelandia, que exporta aproximadamente el 97% de su producción en forma
de commodities, entonces es súper lógico que sus precios internos tengan esa relación, pero Chile es un país deficitario, no es capaz de
producir lo que consume; por lo tanto, todo va a consumo interno en
productos de alto valor”, señala Roberto Santamaría.

En cambio, otros países como Estados Unidos, Holanda e incluso Canadá, que tiene algunas particularidades, que son parecidos a Chile porque son
deficitarios, tienen un precio interno superior a los precios
internacionales de los commodities, añade el especialista.

Pero no solo afecta a los productores, sino también a la empresa procesadora.

“El actual sistema de pago genera distorsiones a tal nivel que Chile tiene
un precio menor al pagado en Nueva Zelandia. Esto no tiene sentido, ya
que es un importador neto de leche y Nueva Zelandia, en cambio, es
exportador neto. En general, los bienes transables tienen un menor valor en los países que producen más que su demanda interna, y ese no es el
caso de la leche. Este sistema no solo perjudica a los productores sino
también a las compañías que procesan y comercializan la leche, por
cuanto se ven año a año enfrentadas a problemas de mayor
desabastecimiento. Una empresa que invierte en tecnología para tener
costos más bajos y así poder pagar más por la leche no logra conseguir
captar más a través de un mayor precio, ya que si lo sube, las demás
plantas procesadoras hacen lo mismo, con lo cual no obtiene un mayor
volumen, solo mayores costos. Este sistema no incentiva la inversión en
la cadena láctea en su conjunto”, plantea Cristián Swett.

La responsabilidad la tendría el sistema de compra.

“En Chile tenemos una situación que es controlada por un oligopsonio, que
son los compradores de la leche cruda, que pueden poner el precio que
quieren y, dado que están controlados por una empresa neozelandesa,
Fonterra, que es la dueña de Soprole, que es la que lidera todo este
proceso, han decidido implementar este modelo que tienen en Nueva
Zelandia, pero que no tiene nada que ver con la lógica local. Eso se
demuestra porque las utilidades de Soprole en los últimos años han sido
extraordinariamente altas, en circunstancias que hemos tenido dos
sequías seguidas, bajas en la producción y bajas en la recepción de
leche cruda. Fíjese como funciona el mercado en Chile de imperfecto. Se
ha recibido menos leche y, al mismo tiempo, se ha bajado el precio en
alrededor de 30% en ese período. En todo mercado que funciona bien
cuando hay menos oferta aumenta el precio. Esos son datos de Odepa,
datos de producción y, por otro lado, los precios también han bajado.
Que alguien me explique. Además, los costos de los productores primarios han subido, porque cuando se usa pasto y hay una sequía tiene que usar
alimentos producidos que son cinco veces más caros”, destaca Santamaría.

Con el actual esquema, Santamaría cree que el sector va a desaparecer. Es
lo que está empezando a pasar con los pequeños y medianos productores
que están cerrando.

“Es una realidad
que el agricultor comercializa un producto del cual no tiene poder de
negociación por tener tres características: es perecible, no es
almacenable y es un commodity. Al producir la leche la vende al precio
que le ofrezcan las plantas de proceso o la pierde, no puede almacenarla y negociar. Este factor sumado a una concentración por parte de las
plantas de proceso hace que el precio no tenga relación con la oferta y
la demanda como debería ser en cualquier industria”, agrega Sweet.

La unión como defensa

¿Cómo se sale de esto? Ambos analistas coinciden en que es necesario avanzar
con cooperativas de productores en la industrialización de la leche,
pero también se sugiere establecer controles económicos en este mercado
que consideran imperfecto.

“Los
números señalan que hay un abuso de posición dominante. El mercado
definitivamente no funciona aquí, aunque me encantaría que estuviera
funcionando, pero no es así. Y cuando eso ocurre, como en el sector de
la energía o de los servicios sanitarios, para evitar que una posición
dominante abuse hay que poner controles económicos. No hay vuelta”,
señala Roberto Santamaría, socio de Chilterra.

Argumenta que, entre otros, Alemania, Estados Unidos y Holanda, países que están
más avanzados en este tema y son más eficientes, tienen controles
económicos.

“En Estados Unidos, los
procesadores cada cierto tiempo recurren a la Corte Suprema para que les elimine los controles económicos, porque hoy día no serían necesarios, y la corte sistemáticamente falla diciéndoles que este es un sector que
por sus características se ha demostrado que, aunque indeseables, los
controles económicos son necesarios, ¿y qué hay en Chile?, cómo vamos a
lograr que todos los actores se comporten bien cuando últimamente lo que hemos visto es todo lo contrario?”, señala Santamaría.

El director de Chilterra agrega que en el mercado nacional hay un
oligopsonio que, a su juicio, en la práctica sería un monopsonio.

“Se las han arreglado para que por cada zona geográfica de recepción de
leche las capacidades de proceso estén muy igualadas con la capacidad de producción. Entonces, trate que un productor significativo se cambie de una planta a otra. No se puede. Hay un solo comprador. Por otro lado,
para que haya competencia perfecta en cada zona debería haber el doble
de capacidad de proceso que la que se necesita, para que cualquiera se
pueda cambiar, lo cual, reconocemos, sería muy ineficiente. Entonces,
ya, tengamos una capacidad de procesamiento para no tener que invertir
tanto en plantas, pero eso significa que se le da un monopsonio a una
procesadora y, por lo tanto, se tiene que regular. No hay vuelta.
Porque, ¿cuánto se va a demorar en empezar a comportarse mal?”, dice el
representante de Chilterra.

Chile
tiene potencial para llegar a los niveles de producción de Nueva
Zelandia, la leche podría ser la segunda mayor exportación de Chile,
pero para eso es necesario corregir los incentivos a los productores a
través de un cambio en la estructura de la industria láctea, destaca
Cristián Swett.

“El mejor modelo es
una integración vertical. Las cooperativas lácteas sin discusión son los casos de mayor éxito a nivel mundial en todos los países que son
potencias lácteas. En Chile, Colun sin duda es el caso de mayor éxito,
pero a pesar de que es la mayor compañía láctea de Chile solo absorbe un tercio de la leche, los otros dos tercios están sujetos a este sistema
de negociación unilateral. Es necesario incentivar, promover y facilitar la formación de cooperativas en Chile. Esa es la verdadera solución y
la solución de largo plazo, en el intertanto se deben explorar otros
sistemas de regulación como los usados en EE.UU. o en Europa”, señala
Swett.