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De norte a sur, la sequía impulsa la reconversión productiva en el campo chileno

El cambio climático llegó para quedarse y sus efectos se están sintiendo de manera silenciosa pero implacable en el sector silvoagropecuario, principalmente en la macrozona que se extiende entre las regiones de Atacama y Los Lagos. Al diagnóstico de los expertos que da cuenta de un progresivo avance de la desertificación, se suma la decisión de los empresarios, parceleros y campesinos de optar por la reconversión productiva para sobrevivir.

El panorama productivo en el campo chileno está cambiando, pero no desapareciendo, “ahora con la ventaja de que los productores están adoptando sistemas más eficientes para aprovechar el agua”, sostiene el ministro de Agricultura, Carlos Furche. “Si uno se remite a los datos cuantitativos, lo más próximo es el Catastro Frutícola realizado por el Centro de Información de Recursos Naturales (Ciren), durante 2015, donde se muestra, por ejemplo, que la región de Coquimbo disminuyó en 10% la superficie plantada con frutales, pero hubo una muy importante transformación con el reemplazo de algunos árboles muy consumidores de agua, como es el caso de los paltos, que han sido sustituidos por nogales o por olivos, que son mucho más eficientes”, ejemplificó el ministro.

La autoridad dice que hay que mirar no sólo la superficie, sino también el valor de la producción. De este modo, afirma que los niveles de producción, en valor, de las regiones de Atacama y Coquimbo “no se han visto afectados de manera dramática por la sequía”. Y subraya que justamente por esto, “hay una tendencia a un uso más eficiente de los recursos hídricos y a privilegiar el valor por sobre la superficie”.

Con esta impronta, los fruticultores de aquellas regiones han estado arrancando paltos y parronales para destinar la misma superficie al cultivo de olivos y nogales, incluso arándanos, especies que requieren menos agua para crecer y producir, señala el ingeniero agrónomo Marcelo de la Fuente. Explica que una hectárea de uva pisquera necesita de 7.000 metros cúbicos de agua al año, volumen que baja a un tercio en promedio, si se trata de esa misma superficie plantada con olivos o arándanos. De la Fuente aclara que en el caso de este último, los productores de la Cuarta Región han debido recurrir a la plantación en macetas, para adaptar el suelo.

“Mientras en el sur la tierra es ácida, en el norte es más salina y alcalina y aún con mayores costos relativos, sigue siendo rentable producir arándanos en el Norte Chico, dado sus buenos precios en el mercado internacional”, aclara el ingeniero.

Nuevas tecnologías

Mientras tanto, los productores del sur, que también sufren los efectos de la crisis hídrica, se han resistido a la reconversión, adoptando nuevas tecnologías para el uso del agua y en cierta medida confían en que San Isidro se apiadará de ellos. Los que han optado por esto último han tenido que bajar sus costos y niveles de producción, o sencillamente están cambiando de giro, lo que ha llevado al cierre de numerosas lecherías de las regiones de La Araucanía y Los Lagos. A excepción de 2015, los últimos años han sido críticos, porque ha llovido poco y los pastizales no alcanzan a alimentar a todas las cabezas de ganado. Un panorama similar han vivido los productores de cereales (trigo, cebada, avena).

Para ilustrar el problema, Marcelo de la Fuente dice que hace una década, el promedio de lluvia en Chillán era de 1.200 milímetros al año, pero actualmente éste no sube de 800 milímetros. “Por lo tanto, los productores agrícolas, fruticultores, madereros y ganaderos tienen que considerar esta realidad si quieren mantener su actividad y al mismo tiempo quieren aumentar los volúmenes producidos”.

Para mitigar el problema, se han instalado empresas especializadas en gestión y algunas como la osornina Integra, se hace cargo de la administración de predios, garantizando un porcentaje de utilidad al dueño. Integra administra varios campos con un total de 15.000 animales y su objetivo es racionalizar el sistema. Por ejemplo, incorporando un registro acucioso de indicadores productivos para maximizar los resultados, tales como los insumos disponibles, los kilos de materia seca que produce cada hectárea, los litros diarios que produce cada vaca, la tasa de reproducción de cada una, cuánto se gasta en la sala de ordeña, el rendimiento de cada cultivo y los niveles de remuneraciones, entre otros.

Un servicio similar ofrece la empresa Lecherías del Sur, pero enfocada en el ámbito agro-veterinario. Tiene a cargo más de 30.000 vacas, con servicios de gestión en los ámbitos reproductivo, sanitario y nutricional. También mide la calidad de la leche y el uso de praderas. “Es decir, todo lo que pueda necesitar el animal en beneficio de la producción”, explicó Ana María Widmer, gerente operacional de Lecherías del Sur, en declaraciones a la revista del Campo de El Mercurio.

Hasta en Magallanes

Para el Gobierno la crisis hídrica es nacional porque en los últimos años ha comenzado a sentirse incluso en la Región de Magallanes, donde aparte de que cae menos nieve, el volumen de lluvias comienza a declinar. “No hay seguridad de riego en la agricultura de Magallanes”, dijo Enrique Mlynarz, a cargo de la unidad de pequeña agricultura y pueblos originarios de la Comisión Nacional de Riego (CNR). Agregó que “estamos hablando de una agricultura que no tiene infraestructura para acumular las aguas de la lluvia, o los excedentes que puedan producirse en los cauces naturales, porque en Magallanes no hay embalses chicos, medianos ni grandes”, añadió el experto. Por lo tanto, el agua cae y casi toda se pierde en el mar. Dijo también que el deterioro de las praderas ya es notorio y que está afectando a la tradicional industria del cordero magallánico, “porque el rendimiento es menor”, manifestó Mlynarz.

Mientras tato, el ministro de Agricultura señala que el verano de 2015 fue el más seco en los últimos 50 años entre el Biobío y Chiloé, “lo que generó un gran estrés sobre la población ganadera, particularmente la productora de leche”. Agrega que esto fue corregido en la primavera pasada en que aumentaron las precipitaciones y, en consecuencia, se recuperaron las praderas.

“Estamos en una mejor situación que el año pasado, sin perjuicio de lo cual hay comunas sobre todo en la Región del Biobío y en algunas partes de La Araucanía, en la zona cordillerana, que están sufriendo por la sequía y esto básicamente se expresa en la menor disponibilidad de forraje para ganado, así como de carne y leche”, subrayó el ministro.

Luego aclara que en las regiones del Norte Chico la sequía es estructural, porque ya suma casi 10 años, aunque de algún modo fue interrumpida en el invierno pasado, en que las precipitaciones, sobre todo en la Región de Coquimbo, recuperaron los niveles de normalidad y además cayó bastante nieve en la cordillera. De este modo, dijo que los embalses de la zona comenzaron a recuperar sus niveles y hoy día superan en 50% el agua que tenían el año pasado a esta fecha.

Eso ha permitido garantizar el riego, tanto para la temporada 2015-2016, y de buena parte de la temporada 2016-2017. Sin embargo, el ministro Furche advierte que la situación sigue siendo grave y que la crisis de recursos hídricos no se puede soslayar, dejando de lado la visión de largo plazo para enfrentarla.

Visión de largo plazo

El diputado Miguel Ángel Alvarado, quien representa al Distrito 9, donde se ubica el epicentro de la crisis hídrica (comunas de Canela, Combarbalá, Illapel, Salamanca, Los Vilos, Monte Patria y Punitaqui), dice que la situación es crítica y que la reconversión productiva ha sido lenta. En tal sentido, advirtió que no son suficientes las medidas de mitigación adoptadas por el Gobierno central y que “se requiere de una visión de largo plazo, que incluya un cambio cultural, porque no puede ser que haya grandes consumidores que no cuiden el agua y que incluso desatiendan lo más básico que es el consumo humano”.

Según el parlamentario, hace falta un diálogo y una mayor colaboración entre el sector público y el privado, “para que pongamos sobre la mesa todas las propuestas y evaluemos, por ejemplo, cuán eficiente es la construcción de plantas desaladoras de agua de mar, en circunstancias que hay otros aspectos más inmediatos que considerar para el uso racional del agua en los distintos sectores productivos, sin que uno se imponga sobre otros”.

Puso como ejemplo “lo que ocurre hoy día con la industria minera y con las empresas de agua potable, que no se les exige tratar las aguas servidas para reciclarlas y evitar que éstas se descarguen en el mar”.

Producción normal

El ministro Furche destacó que el PIB sectorial (actividad silvoagropecuaria) creció 5,6% en 2015, más del doble que el producto total del país. “Fue el más alto en los últimos diez años, con excepción al año posterior al terremoto”. En consecuencia, el sector crece pese a la sequía y lo hace de manera muy dinámica. Esto a pesar de que la producción láctea cayó el año pasado en torno al 4%, en gran medida debido a la baja en el precio de este producto y al empobrecimiento de las praderas, derivado del déficit de recursos hídricos.

Respecto de la superficie que ha dejado de ser productiva por efecto de la sequía, el ministro Furche dice que la zona más dañada es la del Norte Chico, pero admite que no hay datos certeros, dado que se trata de un fenómeno dinámico y que de un año para otro pueden cambiar las cifras. No obstante, sostuvo que en el caso de la Región de Coquimbo la superficie cultivable había disminuido en torno al 40%. “Probablemente esa cifra sufrirá ajustes dentro de poco, dado que desde el punto de vista del riego tuvimos un año mucho mejor que la temporada anterior, 2014-2015, de modo que esa es una cifra que está en permanente revisión”.

Lo que sí tiene claro el ministro Furche es que en la zona sur no hay superficie que haya dejado de producir, como consecuencia de la crisis hídrica. Con mayor o menor dificultad, en esta parte del país los agricultores, ganaderos y productores de frutales y bosques mantienen su actividad.

Para el ministro Furche, la medida estructural más importante a considerar “es el uso más eficiente de un recurso que es cada vez más escaso”. Por otra parte dice que es necesario aumentar la construcción de embalses para acumular el agua; mejorar los sistemas de conducción de ésta (con el revestimiento de canales, por ejemplo), e incorporar tecnificación para el riego en la agricultura y fruticultura.