A las complejidades de la campaña 2015 (sequía estival, desplome de los precios y endeudamiento extraordinario para salir del paso de la sequía), esta temporada se ha sumado un nuevo periodo de déficit hídrico veraniego que nos tiene con precipitaciones por debajo del 60% de lo que correspondería a un año normal.
Así las cosas, la disponibilidad de praderas se ha visto reducida de manera significativa y las reservas de forraje conservadas en la primavera pasada nuevamente han debido ser adelantadas en su consumo para hacer frente a este escenario y tratar de sostener la producción, a pesar de lo cual enero ya mostró una señal de contracción de -0,5% en Los Ríos comparado con enero 2015 (base de comparación ya deprimida producto de la sequía). A nivel nacional la disminución de la producción bordea el 4%.
Sumado a lo anterior, tenemos un contexto internacional del mercado lácteo que poco y nada contribuye a despejar este alto grado de incertidumbre.
No obstante, creemos que dada la estructura del mercado doméstico y la manera en que se han venido distribuyendo los beneficios de la cadena láctea –con una pérdida de posición relativa de la participación de los productores de la materia en dicha cadena, en comparación a las procesadoras y los canales de comercialización final--, hoy existe espacio para que los productores recibamos una señal urgente de mejoramiento en las condiciones de compra de leche para el próximo invierno.
En situaciones normales, los costos de producción tienden a aumentar en el periodo invernal (en torno al 15%), fenómeno que se ha adelantado nuevamente esta temporada por el adverso verano y razón por la cual la posición de los productores en esta campaña se ha tornado –una vez más – extremadamente sensible cuando adicionalmente el precio de venta de la leche ha caído también un 15%.
Todavía no conocemos los resultados económicos de las compañías elaboradoras para el ejercicio 2015, pero la situación al tercer trimestre ya nos demostraba que los balances mayoritariamente en rojo a nivel de los productores, contrastaba con el escenario de “disminución” en las utilidades que seguramente caracterizará dichos resultados para estas empresas.
De esta manera, nos parece razonable plantear a los poderes de compra regionales de leche, aportar a la sustentabilidad del sector con señales de precio invernal que contribuyan a disminuir el ambiente de incertidumbre que domina el ambiente lechero regional.
