• SABÍAS QUE...
    • De cada 3 litros de leche que se producen en Chile 1 proviene de la Región de Los Ríos
    • El consumo de lácteos en Chile bordea los 150 litros per cápita
    • Río Bueno es la comuna que más leche produce en Chile (15%)

El "sueño" americano

  • Opinión
  • 06 octubre 2015
  • Edgardo Zwanzger Presidente Aproval Leche A. G.

La consigna ha sido crecer o desaparecer.

Más allá de las diferencias productivas que nos separan con este país, hay algunos aspectos que han llamado la atención.

Si bien los productores también enfrentan un escenario de precios a la baja, hoy están cobrando cerca de un 35% más que en Chile. No obstante lo anterior, fue posible observar grandes proyectos de inversión en el sector de la producción primaria, asociados a condiciones de financiamiento muy favorables y acordes a la rentabilidad y dinámica general de la actividad productiva.

Otro aspecto destacable ha sido la adecuación estructural que han experimentado las unidades productivas. Muchos emprendimientos familiares pequeños y medianos se han ido uniendo y concentrando en explotaciones de mayor tamaño. La consigna ha sido crecer o desaparecer y es así como hermanos que venían ordeñando en forma independiente lecherías de 100-200 vacas hoy han sumado esfuerzos asociativos para desarrollar emprendimientos de 700-1000 vacas. Lo mismo ocurre a una escala mayor y grandes lecherías que hace una década ordeñaban 1000-2000 vacas, hoy suman 5 mil a 8 mil ejemplares.

Otro aspecto que ha llamado la atención de los empresarios regionales, ha sido el contexto general favorable a la inversión y el emprendimiento que se observa en la producción de leche, especialmente a nivel de la institucionalidad pública. El concepto pareciera ser muy simple: si invierte, genera empleo y aporta al desarrollo, trabaje tranquilo. Y eso se traduce en un contexto extraordinariamente facilitador para el empresario. Desde cosas tan simples como el almacenamiento de combustible en los predios (por lejos sencillos y prácticos a diferencia de lo que nos obliga nuestra legislación), hasta aspectos más complejos como los horarios de trabajo de los ordeñadores, donde las jornadas son de 12 horas y nadie se escandaliza.

No existe ninguna presión de los organismos fiscalizadores porque se entienden las particularidades del proceso productivo, el empresario ofrece una remuneración acorde a dicho esfuerzo y el trabajador (muchos de origen latino) lejos de sentirse explotado, asume con gran compromiso su responsabilidad. Estos y otros aspectos nos hacen reflexionar sobre el por qué un país como el nuestro, lejos de promover una cultura del emprendimiento desde la institucionalidad pública, pareciera disfrutar colocando permanentemente dificultades para su desarrollo.