La industria láctea está entre los sectores que registraron caídas en la producción en relación a 2013, que según la Copal fue de dos por ciento.
“Dependiendo de la zona geográfica, la caída hasta septiembre fue de 2,8 por ciento, pero la proyección para todo el año es de dos por ciento por debajo de las ventas del año pasado”, explica Ércole Felippa, presidente de Manfrey.
El directivo explica que esto es resultado de los excesos de lluvia en los períodos de producción de los tambos, que generaron inundaciones principalmente en la provincia de Buenos Aires, pero además advierte que se nota una retracción en el consumo de quesos, mientras el resto de los productos siguen estables.
Uno de los problemas del sector es el menor nivel de exportación. En el caso de Córdoba, durante el primer semestre del año las ventas al exterior de leches preparadas se redujeron 7,8 por ciento comparado con el mismo lapso de 2013, lo cual se debe tanto a la caída de los precios internacionales como a las trabas que impone el Gobierno nacional.
Entre fines de 2013 y febrero 2014, el valor internacional de la leche en polvo estaba en 5.000 dólares la tonelada. Pero a partir de abril el valor empezó a descender, hasta llegar actualmente a 3.000 dólares la tonelada, por efecto de una mayor oferta a nivel mundial y de la desvalorización de las commodities (el mismo proceso que afecta ahora a la soja) generada tras la revalorización del dólar frente al euro, que sacó a los alimentos de la atención de los grandes inversores del mercado mundial de capitales.
Pero también influye la demora en la entrega de los ROE, los premisos para exportación que entrega el Gobierno, y que termina frenando la venta al exterior.
“Las trabas burocráticas hacen que la exportación sea un pésimo negocio. Pero la industria necesita exportar, de lo contrario provocará un sobrestock en el mercado interno que será muy perjudicial”, advierte Felippa.
La industria láctea produce 11.500 millones de litros por año. El consumo oscila entre los 7.500 y 8.000 millones de litros, por lo que de continuar el freno a la exportación, los precios caerían a valores que afectarán a toda la industria.
Este fenómeno ya se registró en el país entre 2011 y 2012. Luego de la crisis internacional de 2009, y aun a pesar de la recuperación de la economía, la rentabilidad del sector empezó a caer por al aumento de los costos y la estabilidad de los precios, provocando la partida de capitales internacionales, lo que provocó la venta de La Lácteo del grupo Adecoagro a Windy y las caídas de Gándara y Parmalat. También en ese entonces compañías como Sancor y La Serenísima mostraron resultados negativos.
“La producción de leche es la misma que hace 15 años atrás y ha quedado demostrado que el nivel del consumo del mercado interno está cerca del techo. El problema es que esta actividad compite en el uso de la tierra con la agricultura; si no hay un horizonte de rentabilidad que asegure el negocio, el productor empezará a encontrarse con alternativas mejores, porque si bien la soja bajó, comparado con el capital de trabajo que requiere un tambo no tiene relación”, asegura Felippa.
210 litros por persona
Es lo que consume en promedio por año un argentino, lo que es un buen nivel. Está por encima de Brasil, cuyo consumo per cápita es de 140 litros, pero por debajo de Uruguay, con 250 litros. En Europa es de 235 a 240 litros y en el mundo es de 50 a 60 litros per cápita por año.
