El yogur es uno de los productos más consumidos por los españoles, preferiblemente como postre tras la comida o la cena. No en vano, el yogur es un alimento saludable, nutritivo y equilibrado.
Es una de las mejores fuentes de calcio, nutriente clave para mantener una buena salud en los huesos y los dientes. También tiene un alto contenido en vitamina B12, clave en la prevención de enfermedades cardiacas.
Además, también ofrece un aporte de fósforo y potasio, sustancias que refuerzan el sistema inmunológico. También su alto contenido en proteínas que aporta una gran cantidad de energía para el organismo.
E incluso, según el Nacional Institute of Cancer de Estados Unidos, incluir el consumo de yogur en tu dieta diaria disminuye la posibilidad de padecer cáncer. Estos probióticos tienen mecanismos anticancerígenos que inmunizan el organismo.
Sin embargo, a pesar de que este lácteo está presente en la dieta de miles de españoles, es muy probable, que la mayoría no sepa cómo hay que comer el yogur.
Por qué no debes tirar el líquido del yogur
A priori, comer un yogur no debería ser complicado: retirar la tapa, eliminar ese molesto líquido blanquecino de aspecto poco apetitoso y comer. ¡Más fácil imposible!... pues mal, muy mal.
La próxima vez que comas un yogur no tires ese líquido que lo baña, por muy desagradable que te pueda parecer. Ese líquido se llama suero proteico, procede del propio yogur y está lleno de proteínas y beneficios para la salud. Se considera una proteína completa que contiene los nueve aminoácidos esenciales.
Hay dos tipos diferentes de suero: el suero ácido que es el que vemos en los yogures y quesos blandos como el queso de burgos, y el suero dulce, aquel que se extrae de la fabricación de quesos curados. Estos sueros son tan apreciados que se utilizan para la fabricación de las proteínas en polvo y complementos alimenticios.
El suero de los yogures está lleno de beneficios nutricionales, no tiene prácticamente grasas ni colesterol, es bajo en lactosa, rico en calcio, contiene probióticos, y es fuente de vitamina B, además es responsable de darle al yogur su sabor y textura tan característicos.
Así que ya sabes, no tires el suero del yogur, y si eres de los que le da un poco de grima, tienes una fácil solución. Antes de abrirlo, agita el envase para que se mezcle con la parte más cremosa y formen un todo. Al mezclarlo con el resto del yogur, éste resulta más cremoso. De hecho, una característica del griego es que se le extrae el suero para que sea más consistente.
Y si esto no te convence puedes seguir comiendo el yogur como hasta ahora, aunque perderás ese aporte nutricional extra que aporta el suero.
